La biodiversidad como palanca de los proyectos
El proyecto de la Escuela de Biodiversidad de Boulogne recuerda algo que se olvida con demasiada frecuencia en el sector inmobiliario: lo vivo no es un criterio de conformidad. Se trata de un sistema lento, dinámico e incierto. El papel de un marco metodológico no es congelar esta complejidad, sino hacerla posible. En el IRICE, esto es lo que hemos decidido hacer.
1. La vida no es una capa, sino una lógica
Lo que demuestra la experiencia de la escuela diseñada por ChartierDalix y apoyada por AREP es que integrar lo vivo significa aceptar su propia temporalidad. El suelo, la luz, la sucesión de las plantas, los ciclos del agua y el mantenimiento no pueden decretarse.
El proyecto toma nota de esta realidad. No pretende aplicar una solución técnica, sino crear las condiciones para su aparición. La vivienda se convierte en un componente del tejido urbano, no en un adorno de última hora.
2. El riesgo de un requerimiento paradójico
Frente a esto, la lógica reglamentaria y las normas demasiado prescriptivas pueden convertirse en obstáculos. Se pide a los diseñadores que "creen cosas vivas" al tiempo que se imponen plazos, umbrales de impacto o indicadores instantáneos.
El resultado: proyectos que reverdecen, pero no arraigan. Esfuerzos visibles pero sin continuidad. Plantas decorativas poco respetuosas con el medio ambiente.
3. Otro enfoque: herramientas sin restricciones
En el IRICE hemos asumido un compromiso claro:
- Effinature pretende estructurar proyectos sujetos a requisitos de cumplimiento de la normativa medioambiental, sin llegar a fijar la forma de conseguirlo.
- La Puntuación de Desempeño de Biodiversidad permite calificar un proyecto según su capacidad para integrar los seres vivos de forma contextual, realista y sostenible.
En ambos casos, proporcionamos herramientas a los actores, sin modelizar el mundo vivo. Fijamos umbrales, condiciones e indicadores, pero dejamos margen para la estrategia ecológica del proyecto.
4. Apoyar la transformación sin contribuir a ella
No ofrecemos asesoramiento, gestión de proyectos ni apoyo. Pero sí trabajamos para que los implicados dispongan de un marco claro que puedan utilizar en cada fase del proyecto, incluso cuando cambien las condiciones.
En nuestra opinión, este es el papel legítimo de un certificador: dar a los proyectos la oportunidad de durar, no marcar casillas.
Conclusión
En un momento en que se habla de islas de frescor, de suelo vivo y de continuidad ecológica, es esencial recordar que la medida no puede primar sobre lo vivo.
Debe inspirarse en ello. También la certificación.